Esta mundialización del negocio de los medicamentos y la cre ciente especialización de los médicos occidentales hizo que la medicina se convirierta, cada vez más, en algo a lo que hay que destinar gastos y gastos. La medicina es hoy más cara que nun ca y la gente se ve obligada a pagar más y más para acceder a tratamiento y a medicamentos. El negocio de la salud, en occi dente, es un negocio fabuloso.
La medicina se ha convertido en una industria que incluye fármacos, agroquímicos y biotecnología. Los laboratorios que pro ducen las medicinas tienen presupuestos similares a los de pe queños estados; sus objetivos, claro, son los mismos que los de toda industria: maximizar los beneficios y destruir a la compe tencia. El dinero que el complejo médico industrial posee le per mite promocionarse como la única medicina válida, la única que está basada en métodos científicos. Los grandes medios de co municación se muestran, en casi la totalidad de los casos, com placientes: no cuestionan, no repreguntan, no problematizan. Las publicaciones científicas y los programas de investigación son también financiados por la industria médica, que decide de este modo lo que es ciencia y lo que no lo es. Sí es medicina científica; lo que permite grandes ganancias y descubrimientos espectaculares: la medicina espectáculo, con sus grandes descu brimientos que en nada mejoran la calidad de vida de la pobla ción. No lo es aquello que disminuye los beneficios de los gran des laboratorios, las medicinas alternativas, la medicina preven tiva toda que no se sienta a esperar que la enfermedad aparez ca para tratarla con costosos medicamentos y aparatos sino que se preocupa por mantener los cuerpos sanos y así prevenir la aparición de dolencias
Los laboratorios, entonces, deciden qué es la medicina, influyen incluso en las universidades y colegios médicos, aprobando pro gramas de estudios y otorgando becas de investigación a aque llos estudiantes complacientes con el sistema dominante. Influyen también sobre los ministerios de salud de los gobiernos, que diseñan sistemas de seguridad social afines a los intereses de los laboratorios y del complejo médico establecido.
Esta situación, empero, está comenzando a cambiar: en Francia, por ejemplo, la acupuntura es ya una especialidad médica de post-grado y, más importante para medir la aceptación crecien te que la medicina tradicional china está empezando a tener en occidente, los tratamientos de acupuntura están empezando a ser cubiertos por los sistemas de seguridad social. Los países centrales comienzan a entender que mantener una población constantemente enferma no es un buen negocio. Si bien los la boratorios protestan, algunos gobiernos entienden que deben fomentar los sistemas médicos preventivos.
De esta manera, en Francia, una persona puede atenderse con un acupuntor y el sistema de seguridad social estará obligado a cubrir el costo del tratamiento. Esto, en occidente, era impensa ble hasta hace pocos años, cuando los médicos chinos eran ca talogados de estafadores, cuando se los acusaba de no poder ex plicar sus métodos curativos en un lenguaje científico. El proble ma, entendemos nosotros, no era de los médicos chinos (que lo graban curar a sus pacientes) sino del lenguaje científico (que no los entendía).
La medicina tradicional china se ganó el espacio que hoy ocupa en el mundo por sus propias bondades, por su profunda sabiduría, pero también por el trabajo de miles y miles de personas, muchos de ellos médicos, que trabajaron para difundir la disci plina y para explicarla al público occidental -por eso, lo repeti mos, es un orgullo presentar este blog, nuestro granito de arena para el engrandecimiento de la acupuntura, para su difusión, para su conocimiento.
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