La filosofía china es un conjunto sintético de observaciones so bre todos los fenómenos vivientes. Un conjunto, se dice, simple y fácil de observar por un ignorante, pero casi imposible de com prender por un sabio.
Mientras que los occidentales se caracterizan por ser analíticos, los orientales son sintéticos. Esto quiere decir que los occidenta les se preocupan por medir, clasificar, categorizar, mientras que los orientales prefieren ir hacia la esencia de lo observado, has ta aquello que lo pueda sintetizar: la mirada china es en general poética, porque la poesía es más capaz (aunque parezca raro) de develar la verdad última acerca de un objeto o de un suceso que el análisis meramente científico.
Por otra parte, en occidente la filosofía difiere de la ciencia: en nuestro hemisferio, se habla de cuatro formas de conocer la realidad:
♦ El mito
♦ La religión
♦ La filosofía
♦ La ciencia
El desarrollo de la modernidad (y principalmente el surgimiento de la civilización de la máquina) puso a la ciencia en el centro del interés occidental. La filosofía pasó a ser considerada una forma de acercarse al conocimiento meramente especulativa, es decir, que no puede probar lo que dice, sino meramente afirmar lo. La ciencia, en cambio, utiltea pruebas y experimentos, mide, pesa, clasifica, se nutre de hipótesis y refutaciones: no se dedica a especular acerca de los temas que trata sino a hacer afirma ciones (construir hipótesis) y comprobarlas. En oriente la situación es distinta. Si bien podemos decir que la acupuntura es una ciencia, allí no se separa el concepto de cien cia del de filosofía. Lo que importa son las cosas que se saben: no importa, dijimos, si Chies medible (no importa, tampoco, es tablecer de qué está compuesto), lo que importa es que lo ve mos actuar, y que con la acupuntura podemos manejarlo. No es, tampoco, cuestión de creer que el Chi existe. Nadie nos lo pide. El acupuntor tampoco necesita creer que el Chi existe. Simplemente debe dedicarse a tratar a sus pacientes con la téc nica de las agujas y las moxas. Si el tratamiento rinde los frutos esperados, poco importará si el Chi es materfcH o inmaterial, si podemos o no medirlo. El paciente estará sano y sus dolencias habrán desaparecido. Tanto el paciente como el acupuntor po drán, entonces, pensar lo que quieran del asunto; en realidad, la filosofía china les diría que no vale la pena ocuparse del mismo, que el por qué es lo de menos, que lo que sucede, simplemente, sucede.
Podemos decir entonces que, en oriente, la ciencia engendra a la filosofía pero la filosofía gobierna a la ciencia.
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